martes, 17 de mayo de 2011

AMANECE

Montevideo amanece y es casi un poco mas tarde que la hora de levantarse. Enciendo la luz de la habitación y noto que mi compañero de habitación ya me había ganado otra vez. Bueno, en realidad, creo que nunca le he podido ganar en casi dos años, y eso que los dos entramos a la misma hora.Voy directo a asearme y luego a esperar que dos compañeros acaben de calentar el cafe, solo les tiro un cortito “buen día” y nada mas. El cuerpo dice gracias por el elemento calentito y la mente se va despejando de a poco. Ya es hora de salir a la calle... Frio polar, me retruco a mi mismo; "la rey de la pu..." ya se bien que me voy a morir de frio, es inutil que el buzo de lana pueda contener todo ese frio, pero bueno ya da igual. Avanzo dos cuadras, casi siendo barrido por la vereda, y ahí mismo recuerdo la vez que Martín contó cuando un compañero de la facultad de mata-sanos, tuvo un par de huevos tan grandes para sonarse estruendosamente su nariz, cuando ya no soportaba mas ese molesto "atraco nasal".
Casi al llegar a la facultad, me percato de que hoy es un día en lo personal "de tortura"; artículo 1500 y pico y eso equivale a una masacre segura, sobre todo por el hecho de que lo mas probable es que no agarre una. Dicho y echo; parezco un gatito rodeado de leones, y esos animales son bastante soberbios, me estoy dando cuenta que ya han aprendido ese arte, bueno al fin y al cabo cada uno es libre de elegir una postura ante la vida.
Pienso en consolarme un poco, hoy es jueves y eso traducido quiere decir que... mañana es viernes! el rock no puede esperar mas de determinado tiempo y eso me dibuja una sonrisa en medio de toda la clase, pero hay un detalle, mas que nada un problema, el veterano profesor se ha fijado en mi, y ya estoy viendo como la metralleta me esta apuntando, creo que el hecho de estar en primera fila de clase ha influenciado bastante.
La parte de la pregunta fácil aun me la estoy preguntando y no la encuentro, así que salgo del salón ni bien acaba la clase, me doy una vuelta por el pasillo, y pienso seriamente si tirarme para abajo y acabar con el suplicio, bueno mejor no, hay señores con reputaciones intachables que se lustran los bigotes y prefiero tener el privilegio de seguir vivo para disfrutarlo.




martes, 3 de mayo de 2011

CAMBIANDO DE RUMBO

Para Jorge, la noche del viernes en el velódromo, no era algo trascendental, ni mucho menos soñado, y por ende allí había poco (o mejor dicho, nada) para festejar.
Para el resto de las 15 lucas que habían agotado las entradas dias antes, si era una noche de entusiasmo y diversión, impresionaba el circular escenario que se mostraba diferente a lo que se acostumbraba a ver, con magnitudes tan grandes como el parque Batlle mismo.
Aunque la noche se mostraba alegre y descontraída, al ser testigo los árboles de tanta calidez humana, la cabeza de Jorge no paraba de ser un revolcón en el barro, era tristeza como la mierda y se sentía con ganas de pudrir todo lo perdido y cuanto le fuera negado.
Natalia, la mujer a la que había amado, respetado y dedicado gran parte de sus esfuerzos cotidianos, lo había dejado colgado en la relación, de un día para el otro, o mejor dicho de una noche para una mañana, sin un porque muy preciso, ignorando toda forma elegante, pero en un acto en el que no había que ahondar demasiado para darse cuenta que no había marcha atrás; “mi vida esta dando vueltas hacia lugares nuevos, y ya no quiero estar mas con vos jorge”.
Las palabras de Natalia resonaban en la cabeza de Jorge como olas de un mar agitado “zac, zac”, era demasiado tiempo junto a ella, demasiados sueños volcados y ahora ¿todo desperdiciado?, que maldita perra, traidora, y pensar que juro amor eterno mas de una vez, y en verdad eran solo palabras de una mente perversa que solo buscaba pasar el rato.
No eran buenas ideas sobre la gente las que se iban amasando antes de subirse al bondi que lo llevara hasta el recital, los pasos que iba viendo en su camino, no eran de personas, eran de bestias, de seres despreciables, pero que se dirigían hacia el mismo lugar para escuchar la misma banda que el, pero Jorge ya no creía en nada de lo que existía, y esa parte nihilista no era dificil de comprender, por sentirse traicionado por su ex amor, y así acababa de encontrarle todos aspectos negativos a lo que sucedía.
Ademas de las mujeres, el mundo avanzaba, la gente lo traicionaba, las bandas ya no eran 4 tipos sudando para un par de rockers en una cueva subterránea de 2 x 2, todo se transformaba en masivo, todo aspiraba a un nivel superior, a un supuesto bienestar, a una evolución, pero nadie quería seguir cargando la cruz, y si no hay cruz, algo falla.
Los muchachos que iban a subir esa noche frente a 15 mil personas, (si quince mil!!! la primera vez que los vio habían 40 personas!!!) no eran los mismos de antes, y no porque tuvieran mas barba, mas canas, mas años, sino porque se median y a la vez median a su público. Eso fue lo que había comenzado a rumorearse entre los que seguían a la banda hace tiempo, “se la creyeron”, “se le subieron los humos a la cabezita”, y a todo esto la banda, nada hacia por cambiar los rumores, ya que desde arriba del escenario el cantante transpiraba mas demagogia que sudor, y el rock es sudor, mucho sudor, mezclado con una dosis de rechazo y de sufrimiento, sumado a la fuerza que debe emanar inexorablemente, pero los fans se multiplicaban y la masa alababa y alababa como si de un culto se tratara.
Mientras el bondi descargaba pasajeros recorriendo calles, Jorge imaginaba sus proximos dias y alli se veía, dejando de sonreír mientras echaba humo de su Coronado, ya no sonreía en silencio al lado de la compañía de Natalia, ni mientras las bocanadas de humo gris se fundían en el escaso ambiente que los cobijaba luego de sus charlas o de sus dosis de sexo salvaje.
La sonrisa era una perdida aleatoria, tan solo eso, la perdida principal era Natalia, la morocha con la mirada mas penetrante de todo el Buceo, la que con tan solo enfocar sus ojos negros podía traspasar el ambiente y destrozarlo o reconstruirlo a su antojo, era su don; el mirar, ella miraba y todo se subordinaba a sus ojos, pues en realidad sus palabras no eran mas que vacilaciones de una voz muy dulce y agradable de oír.
El buceo era eso para Jorge; Natalia y los barquitos, una cerveza y cantar juntos su canción favorita mientras ya se ponían bastante alegres y se besaban, mientras el sol caía y caía hasta desaparecer por completo. El buceo sin Natalia iba a ser a partir de su separación, tan solo una nostalgia triste y abatida.
Todos los recuerdos de la pareja, muy pronto serían tan solo eso; solo recuerdos, solo nostalgias, que muerden el cerebro y no consiguen ni siquiera un lugar de colado en el tren de futuro, pues van quedando atrás condenados por el tiempo y por lo que viene, que siempre trata de despegarse de la piel vieja del pasado.
El bondi llego a la parada indicada y Jorge bajo, ni bien toco el suelo, se sintió mas nostálgico, y mas reflexivo, se siguió sintiendo de la misma manera que en el camino, pensando en porque  Natalia le ponía punto final a su historia en común, la sensación era; desangelado, sin ese ángel que habitaba en su vida en aquellos días tan distintos.
Pero había que seguir, pues la vida es mas lo que pasa, que lo que pasó, a no ser que uno se vuelva en un coleccionista de pasados, que no quiere penetrar hacia el avance del reloj, y eso es algo realmente imposible, al menos en esta sociedad donde minuto a minuto hay que avanzar, a pesar de caminar por la oscuridad, o sin deseos de hacerlo, hay que seguir avanzando y a veces sin saber adonde.
Y asi, Jorge avanzó hasta el velódromo, no sin antes prender un cigarro y así sentirse menos solo con la compañía de su aliado inseparable, eso le hacía bien, (a pesar de destrozarle la salud) sentir que tenia al menos alguien que lo acompañaba y ese hecho sonaba mas a sentimiento genuino que a consuelo tonto, así que al exhalar el humo y verlo perderse por encima de su cabeza sentía una extraña sensación de libertad que lo complacía de un modo raro.
Una vez terminado el cigarrillo tal vez mas disfrutado de su vida (al menos de su vida en soledad) fue encaminando hacia la entrada; por ende comenzó a acercarse a la gente, que a esa altura ya se componía de miles de personas que iban ingresando lentamente y sin tensión hacia el recital.
Los veía en grupos pequeños y otros mas grandes, pero no los distinguía, tan solo veía en ellos caricaturas de personas que se movían, que reían, que de vez en cuando cantaban en coros donde siempre se sumaba gente, y así sucesivamente, pero nada de aquello lo hacia sentirse parte del ritual, sino todo lo contrario, cuanto mas gente veía, menos bien se sentía, como si cada vez palpara menos rock.
Se aburrió de ver todas aquellas imágenes caricaturescas extraídas tal vez de alguna revista o copiadas de algún programa de TV. y decidió ingresar lo más pronto posible para de algún modo buscar la anestesia en la música y olvidarse de todo eso.
El velódromo al ser grande le daba la posibilidad de buscar un lugar medianamente alejado de toda la masa dominante, así que adopto sentarse en las gradas, al menos momentáneamente y para esperar el arranque.
De pronto los focos luminosos se apagaron y la banda salió a escena con estruendos de fuegos artificiales y banderas flameando por todo el campo, la consigna parecía que era que todos saltaran y cantaran aunque sea sin saber la letra, de modo que las frases de la canción, podían variar según el lugar o mejor dicho según la interpretación de cada “fanático”, pues acudían a la imaginación para suplir el desconocimiento de la real letra.
Jorge se fue sintiendo mas incompleto que cuando pretendía ingresar rápidamente para no ver esa especie de circo, pero la banda estaba superando todo aquello, su actitud “súper-poderosa” con respecto a las masas, no hacia mas que enervarlo y alejarlo cada vez mas de la comunión roquera de otras épocas, es mas, su limite de tolerancia estaba cediendo cada vez mas y mas.
Llegado el cuarto tema el cantante comenzó su “charla con la gente” interrumpiendo una canción para así usar un poco la demagogia y el poder del micrófono, Jorge simplemente explotó, pero de una extraña manera; en silencio, sin hacerse notar, como si ni siquiera le echara la culpa a la gente, sino que se echara la culpa a el mismo, por estar allí presente, era su ultima canción de la noche, pues dio unos pasos hacia la escalera, enfilo hacia la puerta y se perdió entre la oscuridad, buscando el silencio y cambiando de rumbo.

domingo, 1 de mayo de 2011

OUTSIDER


Cecilia apenas tenía cumplido once años y jamás de los jamases, ni por decreto de Sanguinetti había escuchado una canción de los Ramones, ni mucho menos podría tener ella, la mas mínima idea de in movimiento musical llamado punk, con esos escasos años de existencia y viviendo en una ciudad con una cultura negativamente peculiar.
Dentro de la vida social en la escuela, Cecilia había sido siempre un cero a la izquierda, si bien no era lo que se dice “mala en los estudios”, el banco del fondo del salón era suyo y allí precisamente permanecía sin excepción, todos los días de la semana.
En los recreos imitaba una estaca abandonada, sentada sola en un rincón sin mirar a nadie, y siendo observada por todos, a la vez que múltiples risas burlonas la tenían de blanco, aunque poco caso ya le hacía, más que nada por un tema de  costumbre.
En algún lugar, en algún acto reprimido, o tal vez en la manera en que la familia o las instituciones educaban a los niños, debía estar el principio donde se engendraba esa especie de enfermedad que volcaba las personas en algo espantoso, mediante lo cual cultivaban la necesidad de ser superiores a los demás.
Todos la miraban mal, tratándola como si fuera un estorbo por ser diferente, y ella no daba pelea, tan solo se resignaba a ser discriminada por ser distinta, hasta se lo tomaba con una calma tan extraña que hacía parecer que nada de lo que pudieran insinuar y decir pudiera causarle molestias.
A veces esa extraña calma se tornaba en un aislacionismo ya no del mundo escolar, sino del mundo en general, algo que yo en ese momento no podía entender y decodificar, y que no lo hice hasta muchos años despues.
Su familia era una historia bastante particular, de la cual poco se sabia, aunque se manejaban varias historias, todas bastante oscuras e inconclusas sin ninguna certeza de su veracidad, definitivamente la vida no había sido muy generosa con su entorno, y allí en una pose rara, caminaba ella, como si estuviera buscando hormigas, escapando a la sociedad (¿a sus beneficios también?) mirando hacia delante y negando los dos flancos.
Mis impresiones en esa época, mas que precisas, era confusas, (yo también era un niño observador) y en un alto grado un misero ignorante; no sabía que opinar, que pensar, por eso me abstenía de las dos cosas, pues a decir verdad tampoco me interesaba, aunque sabía bien que ella, no era la mierda que todos asignaban, si bien tampoco era el paraíso.
La mierda (o la proyección de ella) estaba en otro sitio, en otros seres humanos y no precisamente en ella, tal vez en el idealismo purista que tenían todos aquellos que la degradaban, sin ninguna razón. 
Si hoy miro a la realidad directamente a los ojos, se bien donde está instalada la mierda, y no puedo pretender hacer otra cosa que reírme del pasado, que ha quedado estancado, como generalmente sucede, y porque el tiempo suele ser una arma muy infravalorada, pero tiene un poder brutal. 
En realidad, apelando a la sinceridad, no se porque recuerdos que no tenían importancia, me invaden hoy de esta manera un tando desordenado. Se me hace fresca aquella tarde como tantas otras, en que la maestra había procedido a corregir la tarea, y así, uno por uno, fue llamando a cada alumno, cuando le llego el turno a Cecilia, una serie de risas se produjo como una especie de marea humana, la razón; uno de los chistosos había hecho una broma un tanto escatológica de esas que no incluyen la complicidad de la victima, sino su ira. La tristeza envolvió a Cecilia en ese preciso instante (como tantas veces anteriormente) y se largo a sollozar como nunca antes lo había hecho o por lo menos, como nunca antes se la había visto. Sus ojos negros se fueron llenando de lágrimas que no paraban de brotar hasta tocar el piso, y allí se esparcían en aquel salón lleno de dibujos y coloridos.
El sonido producido por los cachetes desinflándose en un atronador segundo por aquel rubiecito, hirió para siempre la sensibilidad de Cecilia, ella se juraría para si misma que nunca mas confiaría en la gente, nunca mas le hablaría a la gente, nunca mas, nunca mas…
Vuelvo nuevamente a la palabrita aquella de que cabe en una mano: tiempo, que pasó, y asi deje de saber de la existencia de Cecilia, y también de aquel gracioso rubiecito, así pasaron muchos años, mas de diez, bueno también mas de quince sin saber absolutamente nada de ninguno de los dos.
Una tarde me hallaba regresando a mi casa por una de esas tantas callecitas donde las señoras mayores se sienten a “tomar el fresco”, y de pronto pareció como quebrarse el tiempo, y también el lugar, y allí estaba aquella chica, que ya no era mas una niña, sino que ya era una mujer, la mire fijamente, como tratando de indagar su sentimiento hacia mi.
Una señora gorda conversaba del estado del tiempo, con otra de lentes de edad mas avanzada. Cecilia me vio desde la vereda de enfrente, por un instante dude cual sería su pensamiento sobre mi, ¿me engraparía con el rubiecito? ¿Habría comprendido que era yo un neutral, o un cobarde que nunca se atrevió a defenderla?
Todas mis especulaciones se hicieron humo, cuando ella disparó una sonrisa de complicidad ante mi, e incluso coreó mi nombre, su sonrisa me contagió e hice lo mismo, coreé su nombre con mi mejor timbre de voz, como queriendo romper todo lo malo de aquellos momentos. Fue el arranque de algo, o el final de todo.