A mis oídos, en virtud del recital que se prolongo durante dos días en el escenario del velódromo, llegaron diversos comentarios, de los cuales de algunos ni bien he escuchado la introducción, he decidido por ni siquiera prestarle atención, como los de la noche del viernes (noche mas atractiva para ir a comer un chorizo al carrito de Bulevar y tomarse unos litros de vino por ahí, que para pagar el precio de la entrada).
Pero el sábado era un día especial, no porque se me haya pegado el himno de los quinceañeros que piensan que el rock son 20000 tipos moviendo banderas con símbolos (de lo que venga, bandas, porro, peñarol, racing, comunismo, etc hay de todo en la viña del señor), sacar fotos para después babearse semanas y semanas con el cantante, o para sentirse dentro de algún paquete. En realidad si piensan así están todos equivocados, ni el rock es un paquete, ni el rock es para sentirse dentro de algo, sino todo lo contrario, el rock debe ser tomado como el campo de acción de la rebeldía y como algo que se debe despegar del paquete, Siendo mas bien lo que nos mantenga fuera, y no dentro de algo.
La cosa es que había cierto catalán de 2 metros de estatura al cual, yo ya no soportaba las ganas de ver en un escenario para comprobar personalmente que tan “rocker” era.
Y la verdad, al terminar su actuación el solo (claro esta, con la estupenda banda de músicos de la hostia, con un par de violeros que hacen un dúo de la puta madre, con un francés muy preciso en la bata, con un tecladista sobrio, y con un ángel argentino en el bajo que era de las figuras mas hermosas que he visto sobre un escenario) hizo valer el precio de la entrada y hasta me animaría a decir que hizo valer el precio de consumirse unas latitas de cervezas (¿tanto? Jeje).
El show arranco con el mismo tema que abre el disco en vivo del año 2006 “HERMANOS DE SANGRE”, “Rock and roll actitud”.
La sola aparición a escena sin apenas haber dicho palabra alguna ya dejaba entrever que este tipo tiene algo, tiene actitud de rock, que mal que les pese a muchos no es para nada pose, así empezó el “loco” a tomar un dominio absoluto de la escena, ante un publico que por lo general no llegaba a la mitad de su edad.
Luego fue el turno para presentar algunos temas del reciente BALMORAL como “Línea clara” o “Cruzando el paraíso” y “Memoria de jóvenes airados” (el mejor tema del disco) mezclándolos con temas mas conocidos como “Feo, fuerte y formal”, “Cuando fuimos los mejores” , “Arte y ensayo” y “El hijo de nadie”.
La mayoría del publico no tenia ni idea de la gran figura a la que estaba viendo, seguramente por ignorancia y por culpa de un mercado que impone lo que se debe escuchar, mientras la juventud no se rebele, lejos estará de tomar posturas mas acordes a las que debería tener si se pretende tomar al rock como un lenguaje universal y no como un negocio.
El final de la actuación estaba mas que cantado con que tema iba a ser, con previa dedicatoria para la banda local Buitres, Loquillo por fin se pudo dar el gusto de tocar “el cadillac solitario” como a el le gusta decir, lanzando sus gritos “nenaaa!” traspasando el oscuro parque Batlle.
Pero antes de dicho final hubo tiempo para un par de clásicos infaltables como“El ritmo de garaje” y “La matare” (que para quienes conocían a Loquillo, fue sin dudas el tema mas disfrutado, incluso con un mini pogo muy lindo para los que estábamos allí). En fin un show redondito, al que le sobro calidad y le falto poca cosa (tal vez un poco mas de cultura rock por parte de los presentes) a modo exclusivo de capricho me hubiera gustado escuchar “Los gatos lo sabrán” y “Mujer fatal” pero todo es imposible y menos en un festival.
Pero personalmente la historia para mi no termino allí, a modo de anécdota contare lo siguiente:
El día lunes por la mañana, debía yo emprender el retorno hacia mi ciudad natal y por ende trasladarme previamente desde el barrio sur donde me encontraba hacia la terminal de tres cruces, en virtud de ello me conduje hacia 18 de julio caminando rápidamente porque el reloj ya me estaba asediando y me subí al 180.
Al llegar a la intendencia miro por la ventanilla hacia la acera enfrentada al palacio municipal y logro ver una figura alta de unos dos metros que se distinguía visualmente de los demás caminantes y vestida prolijamente en tono azul oscuro, esa persona no era otra que un Loquillo con ganas de palpar un poco de Montevideo…