domingo, 6 de noviembre de 2011

ANTRO-TIZADO

Después de un par de cervezas rápidas, Pedro fue a orinar, dentro del pequeño baño se percato de que había un espejo y propiamente desde adentro del alma, le salió pegar un grito: ¡A la mierda este antro tiene espejos y todo! Un par de caras lo miraron con gesto extraño, pero nada mas.
Aunque no lo hubiese pretendido hacer en condiciones normales, aquel espejo mugriento y poco elegante lo invitaba a mirarlo, por ende, lo invitaba a lastimar los ojos contemplando su rostro.
Y allí estaba él, en la primera plana de ese vidrio sucio, completamente transpirado, mitad desdibujado, mitad coloreado por colores rojos y amarillos y brillando por el sudor del alcohol y el encierro; ese penoso sudor.
Era ya demasiada carga tolerar la imágen desastrosa de la que se había percatado en el espejo, si hubiera sido una mujer, tendría que haberse puesto a llorar desconsoladamente suplicándole al de arriba una explicación, reclamando remedios imposibles, pero como era solo un hombre, lo único que podía hacer era ir por otra cerveza, la numero… mmm… probablemente la 5ta.
Y el cinco era un buen número, 5 de oro, cinco fantásticos (si eran cuatro, pero en la niñez jugaba a ser el quinto, con unos poderes casi ilimitados) 5 años para recibirse de “algo”, cinco dedos que alcanzaban para contar los amigos, etc.
El ambiente ambiente dentro de aquel pequeño antro se estaba poniendo ciertamente bueno: traducido claro, en que había mujeres, eso era un buen punto, y como plus, esas mujeres eran bonitas; transformando el punto en puntazo. Pero Pedro no podíacon su genio, una muralla le impedía nuevamente lograr ni siquiera nada aceptable, ¿La falta de palabras? ¿La falta de simpatía? ¿La falta de belleza? Probablemente todas esas cosas, y muchas mas, incluso mas que cinco.
Buscando un aliado Pedro activo el radar de sus ojos, comenzo a mirar a su alrededor buscando una pequeña solución para aquel problema no tan pequeño, el radar detecto algo cuando vio a un tipo de bigotes, al cual reconoció de algunas noches anteriores, era lo que estaba extrañando, lo llamo y casi de inmediato fueron los dos para el baño.

-¿Tenés de aquello no?- Pregunto Pedro en una mezcla de nervios y ansiedad.

-Claro que si, tengo y muy buena eh, un material excelente.

-Dale, no le des color que la última vez que te compre, no era tan excelente como decís.

-No no, esto es calidad-calidad, mira, te voy a convidar con un saque y ahí vas a ver que te estoy hablando de algo posta-posta.

El tipo de bigotes que parecía ser adicto del duplicado de palabras, cada vez que necesitaba reafirmar sus conceptos, calcaba su palabra, a Pedro le convencían mucho los duplicados de palabras.

-Toma, usa esta tarjeta que es una Visa oro de un tipo serio y de palabra-palabra como yo.

Pedro agarro el material y casi como un niño al que le daban un caramelo procedió a sniffar.

-¿Y que tal?

-Faa, estas en lo cierto eh, muy rica la de hoy, ojala siempre estuviera así eh!- dijo Pedro con una cara de satisfacción propia del momento y del vicio. El tipo del bigote recibió el dinero, se dieron la mano y salió del baño no sin antes mirarse en el espejo, Pedro siguió en la suya un tiempo mas allí dentro metiéndose, pero ya con su tarjeta propia.

Al salir del baño, Pedro trató de hilvanar alguna conversación con un par de mujeres que parecían tener buena onda, pero terminó rendido ante el deshilo de su imbecilidad; y en el tema de faltas está claro que echar la falta envido no siempre significa ganar el partido.

-Hola ¿como va?

-Hola- le contestaban las chicas, y allí se terminaba prácticamente su imaginación, pronunciando antes algunas ocurrencias muy idiotas.

-For all en inglés quiere decir para todos ¿podes creer?- entre gestos un poco alocados iba pronunciando ese tipo de ridiculeces que hacían que la supuesta buena onda se tornara de un momento a otro, en una espalda ante sus ojos, en vez de un incipiente diálogo de levante.
Luego de la tercera espalda, o sea del tercer fracaso, captó un intento de toma de conciencia que se le asomaba, de hecho en una manera muy exageradamente psicodélica, aparecían frases que debido a esos desperdiciados diálogos podían ser medianamente realistas, pero no dejaban de ser locas:
Este tipo esta con un cerebro aplastado por un camión que transporta remolacha por la ruta 90” o “Seguramente haya caído desde algún ceibo perdido en alguna plaza de un pueblo”.
Luego de ese desfile infernal de frases galopando en la mente, hubo un lapso perdido, donde una nebulosa de 30 minutos desencadeno en algo que era bastante predecible. La impotencia y la mezcla de sustancias se tornaron en un cóctel explosivo en la mente.

-Amigo será mejor que salgas a tomar un poco de aire afuera, vamos.

-Pe-pero no es necesario massster, estoy per-fectamente- intento articular Pedro mientras en sus nublados ojos, se movían los labios de aquel inmenso seguridad haciéndose cada vez mas colosal en la óptica, hasta que por fin puso su mano en aquel hombro.

-Vamos, vamos para afuera que no das más.

-No, no, estoy perf…

Era mas que evidente que el estado no era para nada perfecto, sino, no hubiera tambaleado escaleras para abajo en una aparatosa caída que casi termina con una botella rota en mil pedazos, que por un pelito no toco el suelo y evitó mayores problemas.
Cuando se levantó de la cómica caída, no tuvo tiempo si quiera para mirar hacia atrás, simplemente la mano de un moreno, de enormes dimensiones, lo arrastró directamente y sin trasbordos hacia la calle, esta vez sin preguntas, ni diálogo, parecía que si no eran tipos grandes no valía, pues todos se asemejaban a boxeadores o luchadores romanos. “Mierda que frío que hace” pensó, sintiendo como la temperatura bajaba considerablemente en la calle y para colmo eran recién las cinco de la mañana, muy temprano para acostarse, pero muy tarde para ir a por otro lugar.
A escasos 20 metros, justo en la esquina, había un almacen que no recordaba y que permanecía abierto toda la noche atendiendo a los clientes a través de una reja, cuando lo vio, una sonrisa se le dibujó con presición de relojero suizo en su cascoteado rostro, era una especie de salvación, un poco de alcohol para terminar y cerrar la noche, “hay noches que tienen que ser cerradas con un trago” se dijo para sus adentros.
Miro su capital, un billete de cien reinaba solitario en su descolorida billetera otrora del club nacional, harto presupuesto, para cumplir con el objetivo, se apresuró hasta la esquina como si de un momento a otro, el sol apareciera casi como una razzia terminando la joda, antes de pedir fue hasta detras de un árbol oscuro abrio su billetera, saco la tarjeta y repitió lo que había hecho en el baño, esperando que nadie lo viera, para que nadie se le acercará a pedirle.
Detrás de la reja una chica con una remera de The Who atendía un tanto ya harta, quien sabe si de tanto trabajo o de estar detrás de la reja un sabado por la noche.

-¿Que vas a llevar?

-Quiero una cerveza y una petaca de grappamiel.

-¿A estas horas y con el dulce de la miel?- dijo pensativa la chica.

Por un momento Pedro sonrió agarrando las dos botellas y el vuelto, pero no le contestó nada, hubiera querido decirle a la morocha aunque sea una frase inteligente y entablar un diálogo, pero cayó en la cuenta de que no era la noche y casi resignado camino dándole un trago a la birra.
Caminando y bebiendo sin quererlo ni prometérselo, ya estaba justo al lado de un boliche que tenía el nombre de una canción, ya resignado a entrar se sentó en la vereda de enfrente, le dio el último trago a la birra, dejó la botella en un costado y comenzó a beber de la petaca de grappamiel. Con tan solo tomar el primer trago, el contenido ya había bajado mas de la mitad, su cabeza reaunudo nuevamente con el juego de los cimbronazos y algunas ganas leves de vomitar aparecieron de regalo.
Al ver como el gigante de seguridad vigilaba a absolutamente todas las personas, a Pedro le entró el raciocinio de golpe, como la mayoría de las cosas que se metían en su mente, se percató que si iba a vomitar lo mejor era dirigirse a otro lugar, para evitar aunque sea una vez meterse en un lío, se paró y caminó un par de metros hasta donde la luz era una tímida manifestación, inclinó su cabeza y sintió una vez mas como su cuerpo se castigaba nuevamente, pero fue al final una cosa buena, cuando menos un alivio.
Cuando ya con mejor cara, luego de expulsar aquellos residuos alcohólicos retornó a sentarse en la vereda donde estaba antes instalado, un fuerte golpe se retumbó de improvisto y se adueño de la calle, un sonido de cristal; era el de una botella que se despedazaba y esparcía en decenas de trozos.
Aquella escena, se volvió de golpe en un hormiguero de gente, que se nada apacible se movía de un lado hacia otro, todos completamente desacatados y sin juicio alguno.
Pedro observó aquello como sujeto pasivo por el breve lapso de un segundo, inmediatamente una voz interior le indicó que tenía que meterse en aquel borbollón, la voz de una conciencia de dudosa reputación era quien emitía dicha señal, y entonces el, dedicándóse a obedecer, rapidamente pasó de ser un espectador de aquel hormiguero, a ser una hormiga mas.
En un fugaz y casual golpe de vista, Pedro vio como un chico que parecía muy delgadito y frágil recibía golpes de dos tipos mucho mas grandes, no lo dudo y se metió directamente a separar aquello que entendió como una injusticia radical.
Cuando aún ni siquiera le había podido tomar el brazo a uno de los dos, un golpe con una silla o lo que quedaba de ella, volteó al suelo subitamente a un Pedro que derrotado, cayó como una bolsa de papas.
Los dos tipos le dieron un par de golpes mas al muchachito delgado y desaparecieron por completo, apenas se podía mover, y no paraba de escupir sangre.
Minutos después, dos patrulleros llegaron al lugar, y todas aquellas hormigas que antes hervían, se fueron dispersando velozmente en diferentes direcciones, huyendo de la posibilidad de tener problemas con la ley, Pedro inmóvil en el suelo no se enteraba de nada de lo que allí estaba a punto de suceder, y no iba a hacerlo hasta que por fin despertó con una botella de suero y un policía a su lado en el hospital.

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