jueves, 24 de noviembre de 2011

BUENAS VIBRACIONES

Un hombre arriba de una montaña puede pensar, tiende a soñar, pero también a idear, a planificar, y haciéndolo de la que quizás sea la manera mas hermosa; con alas en los hombros y sintiendo que se puede traspasar el horizonte.
El horizonte tiene una magia por si sola, a veces es difícil llegar a comprender ese juego perverso de limites, mezclado con limitaciones y que muchas veces llega a redondear cierta impotencia.
La adolescencia es un momento no preciso de conflictos internos, de guerras y batallas libradas en un terreno no demasiado identificado, tal vez allí radique propiamente la semilla de esas luchas; en el propio desconocimiento de algunas pautas.
Existen diferentes versiones de lo referido a la paz interior del ser humano, muchas cabalgan en la tierra de lo super-terrestre, casi como un ahogo a una sociedad de consumo que se emerge cada vez como un monstruo, pero que para aferrarse a ella posiblemente luzca como un disfraz.
Hay otras modalidades de hallar un camino; aquellas que se despliegan por los diversos espectros que enseñan las religiones, demasiados matices para enumerar, y además harto complejos.
Sin dar mas rodeos, y dejando de lado mi prepotente idea de querer explicar algunos dramas del adolescente tipo, debo decir que ayer he mirado de frente y a los ojos a una fuerza bruta de paz que me magnetizó y luego le dio un golpe fuerte a ciertos dogmas que llevaba en mi interior desde hace mucho tiempo.
Solo, en aquel lugar inmenso rodeado de rocas milenarias y en un silencio mágico me sentí una vez mas enriquecido por la madre naturaleza, esto es solo el comienzo de buenas vibraciones...

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