A
lo largo de su historia, Los Traidores han sido una banda que ha
transitado conceptualmente por diversos momentos, pero siempre en una
linea. Muchos años en la ruta (mas de un cuarto de siglo) pero
también unos cuantos en la banquina, alejados del lugar donde mas
rinden, con agua bajo el puente (y algo por encima también), pero
siempre alumbrados por una especie de oscuridad que los mantuvo
intactos de la ceguera que muchos artistas han sufrido, y eso es un
mérito a destacar, porque a pesar de todo siguieron “Bailando en
la oscuridad”, y es necesario alimentarse de ella para seguir
haciendo composiciones de tal magnitud.
En
el intento de trazar unas lineas del camino de la banda, no dudo en
afirmar que ante todo, hay un elemento importante que hace a la
materia y que de ningún modo es posible prescindir de el, y es la
“ciudad”. Las ciudades en referencia a los grupos rockeros pueden
influir de variada manera, primeramente son el caldo de cultivo, para
luego llegar a ser algo mas ( o no) y es por eso que no existe una
generalidad que ate a cada caso con un nexo común irrebatible, sino
mas bien las diferencias suelen aparecer casi sin ningún sostén
explicable. En el subgrupo de los mas referenciados e inspirados por
una ciudad, entra sin lugar a dudas el tándem Casanova – Nattero.
No
en vano el primer disco de la banda lleva el nombre de la cuidad que
los parió (“Montevideo Agoniza” un disco que ya cumplió 25 años
de vida!)y por supuesto, que en el disco mas conceptual de su
trayectoria aparecen fuertemente trazadas una serie de aristas que
construyen la ciudad de Babilonia, que no es exclusivamente fuera de
aquí... sino que refleja mas bien una aldea global que bien puede
transpolarse y mezclar a lugares tan lejanos con barrios bien cercanos
al mapa; del año 1995 es “Radio Babilonia”, y por supuesto que
la canción homónima no iba a faltar en este concierto.
Los
Traidores fueron básicamente una de las excusas en mi decisión de
volver a presenciar (luego de unos cuantos años de ausencias) un
festival de rock en el interior, y sinceramente debo admitir que si
ellos no hubieran estado en la grilla, el sentido de hacer el mini
viaje para acudir a la cita no habría existido, pero viendo la
ocasión la ruta llamó y no se rechazo tal invitación.
Avenida
Garzón es uno de los principales caminos que une a Montevideo con el
núcleo canario, en concreto con la ciudad de Las Piedras, donde
muchas personas viven y duermen, combinando esto con sus tareas
laborales en suelo montevideano, hacia unos cuantos años que por
diversas razones personales no transitaba por aquellos lugares, hablo
de sitios como La Paz, Colón o el propio Peñarol. La avenida parece
algo cambiada debido a algunas reformas que la pretender transformar
en un corredor central inspirada en el modelo de algunas ciudades
europeas, vaya uno a saber hasta donde llegará la aplicación
certera de esta idea, de si sus fundamentos se sustentan en un
estudio de la realidad montevideana.
Como
bien parece, es muy difícil hablar de un tema sin desviarnos del
concepto “ciudad”, pero en algún momento hay que hablar de
música; la excusa de la reunión.
El
parque Artigas era el marco físico donde se presentaban uno a uno,
los diferentes artistas que variaban desde el canto popular, pasando
por el pop al rock alternativo, el mismo lugar le daba una impronta
de componente popular, allí mismo donde se nuclean el famoso
Hipódromo de Las Piedras o la propia cancha en “eterna
construcción” del Club Juventud, donde el esqueleto de una tribuna
es lo que mas llama la atención.
En
las calles previas, un montón de puestos se apostaban a realizar
algún dinero mediante la venta de principalmente bebidas y comidas;
tortas fritas, pizzas, hamburguesas, cervezas y vinos seguramente le
hayan dado un buen impulso mensual a gente con necesidades económicas
y también a especuladores que vieron una buena oportunidad para
recaudar un dinero extra.
La
variedad del público ya se podía distinguir sin entrar al predio,
tan solo mirando a la gente en la calle; tal vez sea la magia de
realizar estos eventos en ciudades del interior, el “rockero tipo”
dejaba lugar para otro tipo de gente mas alejada al genero, e incluso
de afinidad nula con el, sin dudas que miles de simpatizantes y
practicantes de la cultura “plancha” disfrutaron el fin de semana
igual o mas que muchos “rockeros tipos”.
Tampoco
es una historia demasiado dificil de entender que mucha gente no se
siente incluida en la cultura de este bendito país, o mejor dicho
ni siquiera sabe o entiende de exclusiones e inclusiones, sino que
simplemente trata de subsistir en este medio hóstil, y por momentos
agobiante.
En
el medio de ese agobio, y previo al jolgorio y la jarana que el grupo
“4 pesos de propina” ofreció para finalizar la noche, Los Traidores
se presentaron con un show corto de 10 canciones (en mi opinión una
falta de respeto para uno de los responsables de la historia del rock
nacional). Abrieron con un guiño al escritor Eduardo Galeano (“De
amor y de guerra”) y cerraron con la señalada y acertadisima
“Radio Babilonia”. En el medio de todo esto clásicos como
“Viviana es una reaccionaria”, y “Solo Fotografías” ante la
indiferencia de una buena parte del público y ante la admiración de
otra parte menor que se encontraba contra la valla, parte en la que
por supuesto debo incluirme.
Contrario
a lo que siempre han sido, en esta oportunidad especial, un
guitarrista mas, ayudó a Victor Nattero secundandolo con los acordes
a ese excepcional guitarrista, para darle mayor libertad y aire a su
interpretación. Sin querer criticarlo a un muchacho que no conozco;
me pareció verlo algo extraño en el escenario, un poco desencajado
de la postal traidora (claro que este puede ser un notorio perjuicio
debido a lo clásico y lo consuetudinario), no estoy analizando
rasgos musicales sino mas bien dejando entrever la visión externa de
lo que transmitió la escena, fundamentando esto en elementos
subjetivos.
Es
de ley, hacerle mención a dos canciones que rozan melodías
realmente perfectas, a pesar de no ser las mas conocidas para el
público normal: “Fundas Plásticas” y “Máquina”, ambas
forman parte de una actualización del sonido de la banda en su
momento (año 1995) y posteriores años hasta el día de hoy, que
pasaron desapercibidas para mucha gente.
Hasta
aquí una breve reseña de esta historia musical que nunca puede
desprenderse de la realidad en este país, lamentablemente los robos,
la violencia no achacable al rock, pero si achacable a “Babilonia”
a este gigantesco circo que ha maniatado a mas de una mente que por
cierto aun sigue bien cerrada.
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